miércoles, 26 de junio de 2013

Queridos Paula y Jesús

Ayer fue uno de los días de esos que recordaré con cariño de toda esta aventura.

Como cada martes, me disponía a recibir una nueva sesión de quimioterapia acompañada de mi chico y de mi padre. Ya empezaba el día bien cuando Teresa, una de las investigadoras, me daba el ok para que me pusiera la medicación. Teresa es de esas personas que te conquista desde el minuto cero y que con su sonrisa y cariño te dan ganas de ir al hospital cada día.

Yendo al hospital de día que está separado de las consultas por un pasillo me crucé a Carolina, una enfermera de la que os hablé en el post anterior, y que es otro solete. Me explicó que había empezado a leer mi blog y que le había encantado (hay días que estás más de bajón y comentarios así te animan más de lo que piensas y te ponen una sonrisa tonta en la cara).

A pesar de que Marta, una de las enfermeras del hospital de día que es la persona más sonriente que conozco, me había apañado que durante este mes ya tenga un huequillo guardado para darme la quimioterapia y no me toque esperar doscientas horas (no sé si es muy legal hacer esto pero ella lo hace por facilitarme la vida y no se hace una idea de lo que yo se lo agradezco), resulta que los hospitales son así y no entré a darme la medicación hasta las 12.30 a pesar también de que Mar, la señora que trae la medicación desde farmacia es "amiguita" mía y siempre me dice que ve mi nombre y me la trae corriendo.

En fin, que me estoy enrollando. Estaba en la sala de espera esperando, valga la redundancia, jugando al ahorcado con Ernesto y con un ataque de risa de esos que la gente te mira y no entiende por qué estás en la sala de espera de Oncología.

Olgada: Una persona que está esperando a que la nombren para darse la quimioterapia no es muy normal que esté secando sus lágrimas provocadas por la risa que le provoca las chorradas que hace su novio. Pero he de decir como Olgada que es algo que me pasa muy a menudo, lo que me hace pensar que la quimioterapia igual tiene alguna sustancia rara que provoca ataques de risa porque os aseguro que a mi me dan con bastante frecuencia. Para atarme señores, estoy para atarme...

En fin, que de repente han llamado por megafonía a Paula no se qué. A mi me ha sorprendido porque en la sala de espera sólo había abueletes y nosotros y Paula no es un nombre muy de abuela (a pesar de que la abuela de mi amiga María se llamara así). Me explico. Mis abuelas se llaman Fuencisla y Milagros por lo que en mi mente me pega más una abuela que se llame Pilar a una abuela que se llame Susana, ¿me entendéis?

En fin, que ya en ese momento Paula me ha llamado la atención.

Después me han llamado a mi y hemos vuelto a coincidir en el hospital de día. Allí le han preguntado a ella si prefería darse la quimio en un cuartito o en la zona común a lo que ella ha contestado "En la zona común que mi marido está más entretenido mirando a la gente" Y ahí ha sido cuando me ha ganado. ¡No se puede ser más mona!

Entonces, justo en ese momento me han preguntado a mí si prefería cuartito o zona común y no quería perder la oportunidad de conocer a Paula (que me pegaba a mi que iba a ser un descubrimiento como mi amigo de los 77 años) por lo que yo también he optado por quedarme en la parte de fuera.

Cuando ya había empezado mi sesión se ha acercado a saludarme Mónica, otra paciente que pertenece al mismo estudio que yo y con la que ha sido un placer hablar e intercambiar sensaciones e impresiones que sólo ella y yo entendemos. ¿Vais entendiendo por qué ha sido tan inolvidable mi día? Y es que además no sé si es desde que tengo el blog o porque he sido así desde siempre pero siempre suelo hacer fotografías mentales de estos momentos para poder compartirlos y lo siento si a veces no los transmito tan bien como quisiera o resulto algo confusa.

Total, que después de descubrir que ayer tenía 9 botes de medicación por delante, después de alguna cabezadita y de las visitas de Frida y Carmen (incondicionales cada sesión, no os imagináis lo que os lo agradezco) ha llegado el momento estelar.

Paula que estaba a mi derecha y ya había echo el amago de hablarme en dos ocasiones al fin a hecho un esfuerzo mayor e inclinándose hacia mi y a puntito de perder la vida por ese movimiento me ha dicho "y tú de qué lo tienes?" y como dice la película yo sabía que ése era el principio de una bonita amistad.

Ernesto encantado porque tiene una especial predilección por las personas mayores y el marido de Paula, Jesús, apuntaba maneras de ser un abuelo encantador.

Y entonces ha empezado la magia."La químio es muy mala hijita y yo ya estoy cansada. Que son ya 82 años. Tú no te preocupes que lo tuyo no es nada, mira yo tuve en este pecho hace ya 10 años y nada eso no es nada" (la pobre buscaba consolarme mientras se meneaba la tetilla y lo mejor de todo es que la he creído).

Y ahí, Ernesto y yo entusiasmados, observando como se quitaban la palabra el uno al otro al hablar de su pueblo y como les brillaban los ojos al hablar de sus nietos.

"En nuestro pueblo vivimos en el centro y cuando son las fiestas nos vamos porque ponen la tómbola justo en la puerta de casa y a mitad de la noche me se los números" nos contaba Paula mientras Jesús nos explicaba sus últimas vacaciones en Villajoyosa enumerando las distancias exactas de cada cosa "nuestro hotel estaba a 10 metros de la playa, nuestra casa a 3 metros y medio escasos de una de las peñas..."

Adorables, simplemente adorables. Ernesto y yo nos mirábamos sin perder detalle de todo lo que nos contaba y el diciéndome por lo bajinis eso que me encanta de "te está encantando".

Y así, con la promesa de que iremos a su pueblo a visitarles, al Safari que hay al lado (a unos 18-20 km según Jesús), de que iremos de vacaciones a Grecia en un crucero "que es lo mejor que podéis hacer porque aquello es una verdadera maravilla, te recogen la maleta de la puerta del camerino (aclaración: era camarote) y de que nos veremos por el hospital la próxima vez que vaya que será en 21 dias, Paula se ha acercado a darme un beso de esos de abuela que quita todos los males.

Y así he visto como se iba del brazo de su Jesús quien la llevaría en coche a casa (un peligro me parece a mi) y me he dado cuenta de que Paula y yo teníamos dos cosas en común: una puta enfermedad y un taxista de lujo...

Ah! Se me olvidaba comentaros lo mejor y que para los que bien me conozcáis sabréis que es ya el puntazo cuando Paula me ha dicho "mi casa es la única de color rosa"

Nos vemos en 21 días Paula y Jesús porque ha sido un verdadero placer y te prometo amiga que tú y yo nos vamos a poner bien.

4 comentarios:

  1. Dios santo... Olga, estoy llorando de lo bonita, pero en serio, te lo digo, que me parece Paula sin conocerla. Por cierto, creo que alguna lágrima es de la risa previa: lo de los nombres de abuela es taaaaan real!!! Las mias: Felisa y María. Este último, universal y "un orgullo" a cualquier edad ;-) Mil besos guapa!

    ResponderEliminar
  2. acabo de llegar a casa, hoy me han dado las vacaciones de verano en el cole y no podia tener mrjor plan que ponerme a leerte en la camita...me he puesto a releerme tus tres ultimas entradas... llevo aki una hora viciada a ti, y es que una vez que se empieza... me da igual q sean casi las 3 de la mañana,uno pierde la nocion del tiempo!!! Eres preciosa Olgui!! Ahora q estoy de vacaciones nada me gustaría mas q poder acompañarte y compartir contigo un martes de quimio,Olguita!! Te adoro y es que... ¿quien no??

    ResponderEliminar
  3. Me quedaba por leer este post. Me ha encantado lo que cuentas, sobre todo porque creo que es muy fácil sentirnos identificados. Todos hemos vivido alguna vez eso de encontrarnos a gente especial, que llegan así, de repente. Qué linda Paula, me hago una idea de cómo es.
    Hasta el próximo post, Olguita! :)

    ResponderEliminar
  4. Querida Olgui, me vas a permitir una pequeñita cosa...Paula!!!!...bien venida!!!!!....es pura magia para la vida...sois mágicas!!!!!
    Un beso de arena y sal.
    Cris Tenerife

    ResponderEliminar