Estas fueron las palabras que le salieron a Ernesto cuando salimos del hospital y que aunque su intención no era hacerme pensar en ellas me han llevado a darme cuenta de muchas muchas cosas.
Ya os dije que este verano estaba siendo diferente, extraño, no de los mejores de mi vida y eso que no sabía yo la que se me venía encima.
Creo que os hablé de esto en alguno de mis posts pero os haré un resumen. Este verano cambié de tratamiento y mi oncóloga decidió probar a volver a ponerme en dosis mínimas el tratamiento que el año pasado me había sentado mal pero que como estaba fuerte y las dosis serían mínimas pues que era una nueva forma de atacarlo.
A pesar de mis comunes dolores de huesos y náuseas, yo estaba feliz con este tratamiento que estaba dejándome llevar una vida más o menos normal (vamos, que estaba estupenda). Lo único que puedo reprochar es que me tocaba ir semanalmente al hospital pero ya me conocéis y para mi visitar el Marañón es a veces hasta terapéutico.
Os reiréis cuando os diga que el día anterior de tener mi revisión le confesé a mi oncóloga (sólo a ella porque me une algo especial a ella y sólo quería que ella lo supiera) que me preocupaban los resultados del TAC. ¡Ya me podía dar por adivinar los números de la lotería!
Efectivamente en la revisión de ayer me contó que había una nueva manchita en hígado a la que había que atacar YA y que para hacerlo sin que se escapara nada habían decidido hacerme una biopsia en el hígado.
Después de los mil dibujos que la doctora me hace para explicarne la nueva quimioterapia que pensaban ponerme y tratar de tranquilizarme recordándome que la prueba que me iban a hacer ya me la habían hecho hasta en tres ocasiones en el pecho, yo sólo pude apoyar mis codos en su mesa y llorar, llorar y llorar mientras decía en alto "no he entendido nada. ¿Por qué otra vez?".
Sí no fuera por mi familia y por mi doctora yo seguiría llorando en aquella consulta.
"Vamos Olga, sí esto es una prueba más y siempre contamos con que pueden aparecer nuevas piedras y hay más tratamientos que tendremos que ir probando". Me abrazaron y salieron de aquella consulta dejándome con mi doctora a la que abracé y reabracé y que me susurró al oído "Vamos a pelearlo Olga, vamos a por ello, te lo prometo".
Cualquiera le discute. Sequé las lágrimas y salí. Mi padre, siempre coherente, me recordó que hemos pasado por peores momentos; mi madre en estos momentos suele apretarme el brazo, darme besos y ponerme nerviosa, pero sí no lo hiciera no sería ella; mi hermana me abraza y guarda silencio pero de ella es lo que necesito porque cuando rompe su silencio me hace reír con alguna tontería y enseguida me enfado; y Ernesto me sermonea y empieza a hablarme de héroes, de villanos contra los que luchar y de meterse en una guerra que sé que ganará durmiendo en el incómodo sofá de una habitación de hospital organizando las visitas que recibiré.
Después de informar a mi gente con grabaciones de audio con la voz entrecortada (no me apetecía dar malas noticias, reconocer que las cosas de alguna forma no van tan bien) llegué a mi casa a llorar, a dormir y sobre todo a digerir las noticias.
Como os imaginaréis mi gente se organizó para contestar a los whats app, para no llamar (sabían que hablar no me apetecía) y esta vez les tocó visitarme a María, Nico, Yara y Raquel. A todos gracias por estar ahí y sobre todo por entenderme y no enfadaros sí aún no sé cuál es la forma en la que debo actuar.
Después de mi propia reflexión entendí qué es lo que me pasaba. Los que estéis pasando un trance parecido os preguntaréis por qué después de tantas cosas que ya he pasado me da tanto miedo una biopsia pero es porque esta vez no ha sido una prueba que me hacen mientras estoy en el hospital sin darme casi tiempo a pensar. Esta vez he venido a casa y esta noche vuelvo al hospital.
Es como un torero al que le pilla el toro. Sí se despierta ya con la cogida no le ha dado tiempo casi a pensarlo, en cambio en mi caso, estoy en la barrera y me dicen "métete en la plaza que aunque te va a pillar el toro, todo va a ir bien".
En fin, de una u otra forma no me queda otra por mi, por los míos y por vosotros (vuelve la vena gitana): ¡con fuerza, y a por el toro!