miércoles, 21 de agosto de 2013

Mis padres

Se que este post os hará mucha ilusión a los que les conocéis, los que no tenéis el placer de ello os los acercaré un poco más y ellos...me comerán a besos entre lágrimas cuando lo lean.

Mis padres son dos padrazos. Si, se que todos me diréis que a todos nuestros padres nos parecen los mejores pero de verdad que los míos son excepcionales. Llevan 26 años demostrándome cada día que darían la vida por Marta y por mi, y aunque a veces nos peleamos sé que siempre estarán a mi lado.

Mi madre es una luchadora como ya os he dicho en más de una ocasión. Lleva 15 años luchando con el cáncer y conviviendo con el como sólo ella sabe. Desde qué le detectaron el tumor en el pecho (allá por 1997) no ha dejado ni un solo día de tirar para adelante, de sonreír ante la adversidad. Mi tío Arturo le llama la "Ministra de la vida" y creo que se queda corto. Es la única persona que habla del cáncer y desde el respeto por la enfermedad, por supuesto, pero está convencida de la victoria en la lucha contra él y por supuesto es por ella por quién sé que me pondré bien. 

Aún no le he oído jamás decirme que tiene miedo o sentir que pierde la fuerza y eso en una situación como la mía es una suerte. No me siento ni la mitad de fuerte que le veo a ella pero trato de hacerle ver que si (aunque a una madre es difícil engañarla).

En toda esta aventura, si hay algo de lo que me siento mal es cuando ella pensó que tenía algo de culpa de mi tumor por temas hereditarios. Tal y como nos han confirmado lado médicos y distintas pruebas el tumor de mi madre y el mío, aunque ambos en el pecho, son totalmente diferentes. Mala suerte y punto mamá. Y aunque hubieras tenido algo que ver qué no te perdonaría yo si me diste la vida...

Lo que sí he heredado de ella aparte de su nariz (que eso no se sí podré perdonárselo) es ese carácter difícil de limar y que cuando ambos se juntan mi casa es lo más parecido a la III Guerra Mundial. También nuestra gana de tenerlo todo controlado, nuestra forma de cuidar de nuestros amigos y familia como una gallina protege a sus polluelos y nuestras incesantes ganas de hacer que todo el mundo se sienta agustito.  

Por otro lado, el otro culpable de que yo sea lo que soy es un señor gordito, simpático, que si no le conoces puede que le veas un poco serio y con un pelazo cano que sabemos que no se va a quedar calvo jamás pero que en el que las canas dejan ver el paso de los años y los disgustos que no se merecía pero que la vida le ha puesto en el camino.

Y como siempre pasa cuando la vida le planta un pulso, mi padre calla. En un segundo plano, con cara cabizbaja siento como piensa en todo y se caga en el puto cáncer y en que le vuelva a tocar a una de sus chicas. Después se da la vuelta y con toda la fuerza del mundo tira del carro.

Creo que pocas veces le he visto llorar en mi vida y sólo recuerdo ahora mismo cuando murió mi abuelo y cuando me dijeron a mi que tenía cáncer. Ni siquiera cuando nos dijeron que mi madre estaba muy mal y que se moría vi que se derrumbara. Me cogió del hombro y con una entereza brutal me dijo "vamos cariño, estemos con mamá todo el tiempo que le queda". (Ya sabéis como continuó esa historia porque mi madre sigue en nuestras vidas).

Mi padre es así. No sé de donde saca las fuerzas pero cuanto más le pone a prueba la vida él gira la cara como esperando el siguiente bofetón te mira y sigue para adelante. Porque sí, mi padre es un señor.

Además le queda tiempo para ser un profesional de los pies a la cabeza, de él aprendí mi responsabilidad y tenacidad en el trabajo y mis ganas de hacer bien las cosas. "El catedrático" (como cariñosamente le apodan mis amigos) es capaz de captar el interés de una conversación como si el fuera el único en la sala al mismo tiempo que mete palabrejos que yo no entiendo o dice en un exquisito alemán la palabra "Alzheimer" (esto es una broma que mo hermana y yo entenderemos a la perfección). 

Pero si algo me gusta de él es que es un héroe en la sombra y en la batalla contra el cáncer ése es su papel. Con una sonrisa en momentos en los que no le apetece, por su lealtad en acompañarme a cada prueba, análisis de sangre o sesión de quimioterapia siempre y admitir sin discutir mis "papi no hace falta que vengas que hoy viene no se quien".

Pero si algo me gusta de mi papi es su capacidad de mediador y esa manía que ya me ha contagiado de querer darte cada noche un beso de buenas noches.

No pongo fotografía porque no sé si les gustará la idea de aparecer en Internet (cosas de padres) pero les debía este homenaje por los 26 años que llevan caminando a mi lado y por los baches que hemos saltado juntos estos últimos 6 meses. 

Papi, mami si soy quien soy es culpa vuestra.

Os quiero

Olga

domingo, 18 de agosto de 2013

Guardamar: te adoro

Guardamar es lo más parecido que tengo a lo que consideraríamos "mi pueblo" pero como tiene playa es más poco común a lo que todos consideramos un pueblo, pero mis abuelos viven allí y tengo una casa familiar a la que voy en verano, Semana Santa, Navidades, puentes...asi que es en todos los sentidos mi pueblo.

Además Guardamar ha sido testigo de algunos de los momentos más importantes de mi vida. Allí me enamoré por primera vez, allí me di mi primer beso, allí me bebí mi primera copa, allí vi por primera vez amanecer, allí pasé veranos inolidables, allí hice amistades inquebrantables...y allí he vuelto para recuperar fuerzas que no sabía que aún tengo. Sólo me han hecho falta tres días para volver allí y recordar mi esencia.

Como ya es algo habitual y no os extrañará parte de la culpa de ello la tienen Ernesto y mi madre quienes se convirtieron en incansables compañeros de viaje a pesar de que lo decidí a las 12 de la noche. Ver a mis abuelos y darles un achuchón ha sido la razón principal de mi viaje.

Y cuando pensé que eso era lo que buscaba va la vida y me da unos ratitos geniales. En el chiringuito con mis amigos celebrando que nos hacemos mayores, que nos casamos, que hay nuevas parejas o que el verano que viene seremos uno más...

Volviendo a mi casa y a esas comidas de mil personas con mis tíos y primos por los pasillos que sólo los Sanz somos capaces de llevar con una sonrisa.

Acostándome a las 8 de la mañana porque como ya sabéis a una buena fiestera sólo le hace falta la compañía de sus primos, casi primos, amigos, casi amigos y novio para irse a la cama la última a pesar de que tu abuela al día siguiente te diga con cara de resignación "Ay hijita, que ahora estás malita y no deberías tener tanto trote".

Y por último, mis días en Guardamar han merecido la pena porque una simple frase me hizo darme cuenta de lo que tengo. Me estaba despidiendo de mis amigos a quienes siento no haber dedicado mucho tiempo y quienes sé que en la cena de amigos no se olvidaron de mi (Caye, si lees esto, quiero un resumen de tu brindis que en parte me dedicaste). Entonces, cuando me despedí de mi amigo Jesús me dijo: "Aunque no te llame ni te escriba que sepas que todos los días pienso en tí".

Volviendo a casa Ernesto me recordó la frase y añadió: "Eso es lo que queda al final enana. Y tú eres afortunada y por eso yo estoy orgulloso de ti. Porque tienes más gente de la que crees pendiente de ti, preocupada por ti y eso te lo has ganado día a día y ahora va la vida y te lo enseña".

Asi que aprovecho desde aquí para DAROS LAS GRACIAS A TODOS DE CORAZÓN, por hacerme sentir tan especial y por darme tantos ánimos. Al fin y al cabo, eso es lo que importa, ¿no?

Con esto me encontré volviendo de fiesta el viernes por la mañana. Guardamar: te adoro y cuando menos te lo esperes, VOLVERÉ!



martes, 13 de agosto de 2013

Pelonchi y sus vacaciones

Ya estoy de vuelta. Después de una inolvidable semana en Málaga con mis amigos en una casa de ensueño con piscina incluída he llegado de nuevo a Madrid algo distinta. Y es que sólo ha pasado una breve semana desde que le pedía a mi médico que me adelantara la quimioterapia al lunes para poder escaparme a la playa y mis enfermeras hacían mil y una triquiñuelas para conseguir que saliera lo antes posible.

Pelonchi es el cariñoso mote que Ernesto me puso desde que en mi cabeza sólo asoman cuatro pelos y ya les pareció un buen mote a mi familia pero después de esta semana es oficialmente mi apodo y eso me encanta.

Son mil cosas las que he hecho y que podría enumerar aquí pero también hay una parte que quiero quedarme con mis amigos a los que primero y antes de nada quiero dar las gracias porque han hecho de estos días algo inolvidable, inmejorable y la mejor de las medicinas. FIJAOS SI ME HAN DADO FUERZAS QUE HAN CONSEGUIDO QUE HASTA MIS OVARIOS (adormilados por la quimioterapia) VOLVIERAN A TRABAJAR Y ME LEVANTARA HOY CON MI PRIMERA MESTRUACIÓN EN SEIS MESES (igual es una tontería e igual es normal pero creo que a nadie le podría hacer más ilusión tener la regla que a mi esta mañana).

Andrea, gracias por la mañana que me dedicaste en la cama hablando y contándome mil historias. Y por tu cariño al echarme crema.
Estela, gracias por hacerme sentir tan cómoda sin peluca a pesar de ser "la nueva" y por prestarme tu baño cuando el otro estaba muy ocupado.
Maxi, gracias por traer tu sombrilla porque sin ella me olvido de la playa, por ser el mejor cámara mientras nos volvíamos locos en el pulpo y por los bailes con Estela en los que os seguimos todos.
Diego, gracias por ser el mejor blanco de las venganzas nocturnas y por ser el mejor médico que podamos tener cerquita.
Camacho, gracias por darme la responsabilidad de conductora, por acordarte de mis aceitunas y por secuestrar a Ernesto.
Guio, gracias por escucharme cuando hablo para buscarte después de apoyo cuando quiero tener razón, por mirarme y saber qué quiero decir y por venir corriendo a regañarme cuando piensas que he llorado por algo.
Lety, gracias por esos "te quiero gordi" cuando estoy tristona y por ser la malota más graciosa.
Paula, gracias por hacerme reir tanto tanto tanto y por tus momentos Operación Triunfo delante del espejo.
Jorge, gracias por enseñarme a mirar las estrellas, ahora miro al cielo de manera muy distinta.
María, gracias por hacerme sentir la misma que hace unos meses, por traerme ese sombrerito tan bonito de Vietnam y por no callarte ni debajo del agua.
Y Ernesto, como siempre al pie del cañón, gracias por ponerte el despertador para levantarte y prepararme el desayuno y que me tomara las pastillas a tiempo, gracias por descargarte en el móvil aplicaciones para prepararme cócteles sin alcohol, secar mis lágrimas en momentos de bajón y recordarme que sigues tan enamorado de mi como el primer día.

Porque lo he pasado genial, me he reído a más no poder y sobre todo me he dado un respiro en mi vida de médicos y hospitales. Pero por supuesto también he tenido momentos en los que lloraba sin saber por qué, momentos en los que no me apetecía salir de casa y momentos en los que la rabia por estar malita podía empañar mis vacaciones. Pero entonces aparecía Ernesto y sus palabras y sus caricias, o un abrazo de grupo de esos en los que no sabes realmente cuánta gente tienes encima, o decides hacer un lanzamiento de peluca como si del ramo de una novia se tratase mientras tus amigas se pegan por cogerla, o planeas qué harás cuando te cures, o te das cuenta que aunque esté malita,y no pueda estar al sol...siempre estarán mis amigos para moverme la sombrilla y hacer que así me bañara a la sombra o alguien me decía "échate crema pelonchi"...

Asi que resumiendo mis vacaciones que sepáis: QUE A PESAR DE "NO ESTAR BUENA" (entrecomillado porque si me vierais en bikini os quitaría el hipo) HE SIDO LA ÚLTIMA EN IRME A LA CAMA CADA DÍA E INCLUSO HE VISTO AMANECER COMO CUALQUIER FIESTERO QUE SE PRESTE Y QUE NO HAY NADA QUE ME GUSTE MÁS QUE OIR LO MÁS SONADO EN ESTAS VACACIONES: "PELONCHI, ¿QUÉ TAL ESTÁS?"