Ahora mismo estoy escribiendo el post mientras me dan otro de mis chutes (cuando lo publique es otra cosa). La oncóloga me ha dicho que sigue todo bien, que me tengo que seguir haciendo pruebas y que seguimos para adelante.
En el anterior post os conté que ahora estaba ejerciendo de enfermera y es que en mi casa no nos libramos de nada (o somos muy buenas o nos portamos muy mal en otra vida, que cada uno lo tome como quiera). Pero mis abuelos aún no sabían nada y no quería que se enteraran por aquí.
No me acuerdo muy bien sí alguna vez os he contado la historia de mi madre. MI MADRE ES UNA GRANDE, UNA JEFA, UNA CAMPEONA, UN EJEMPLO.
En el año 1998 la detectaron un cáncer de mama contra el que decidió luchar por sus niñas, por su marido y por todos los suyos (entonces no era tan "normal" que alguien tuviera cáncer); en 2004 nos cuentan que tiene metástasis en hígado, algo que nos sonaba a chino pero que la tuvo ingresada y contra la que los médicos tuvieron dudas de poder hacer algo. El día que a una niña de 16 años (yo) le dicen que a su madre le retiran el suero porque ya no se puede hacer más a esa niña el mundo se le destruye. Además ves como tu padre, tu tía o tu hermana mayor hacen como sí no pasara nada y te dicen frases como "venga que nosotros podemos con esto" cuando que te quiten a tu madre es lo peor que te puede pasar. Esa noche decidí dormir en el hospital porque quería estar con ella cada segundo que le quedara y entonces ella, después de ver los sándwiches que mi padre y yo teníamos para cenar me dice "ay hija dame uno que tengo hambre" (como ya os habré comentado en otras ocasiones en mi casa somos de buen comer e igual que yo pido un donuts cuando me despierto mi madre quería un sándwich). Yo le decía que ahora venía su cena cuando sabía que no iba a venir porque la mantenían ya hasta sin suero, pero la pobre me seguía pidiendo un sándwich.
Entonces apareció Jesús Sánchez Martos (que igual me mata sí cuento esto) y después de ver a mi madre pidiéndome el sándwich unas catorce veces más, me dice:"¿y por qué no le traes un sándwich a tu madre?".Yo le expliqué las indicaciones de los médicos de no darle de comer y él, después de escucharme con atención, se gira con unas monedas en la mano y me dice:"toma, súbele un mixto y shhhh" y después de obtener la aprobación de mi padre y el guiño de Jesús, bajé a la cafetería a por el dichoso sándwich que mi madre devoró y que algo tuvo que ver con el milagro de que mi madre siga hoy con nosotros dando guerra.
No sé sí me habré explicado muy bien pero tampoco había contado esta historia por escrito jamás y a muy poca gente en persona (porque me da cosilla recordarlo y porque a mucha gente no le gusta escuchar estas historias).
En fin, que todo esto viene para explicaros que mi madre es una luchadora, un ejemplazo a seguir y una campeona. Así entenderéis el dicho "de tal palo, tal astilla".
Y bueno, ahora que lleva la pobre dos años estando en un segundo plano, más preocupada por mi que por ella, en una de sus últimas revisiones le han detectado en el mediastino otro tumor del cual debían tomar una muestra para identificarlo y luchar contra él, pero al no poderse tomar esa muestra a través de endoscopia tuvieron que intervenirla hace unas semanas y por ello estuvo un día ingresada en el Hospital Clínico San Carlos.
Igual que os digo que el día que repartieron salud o buena suerte mi madre y yo no encontramos la cola, el día que repartieron amigos nos debimos poner ocho veces porque ni os imagináis la de gente que vino a ver a mi madre antes, durante y después de la intervención (la señora que estaba en la habitación en la que estuvo antes de la operación estaba impresionada y yo creo que sí operan al rey no hay tanta gente pendiente, imposible!! Desde aquí me gustaría darles las gracias de todo corazón.
Yo, mientras estuve en el pasillo esperando, tuve la suerte de estar también arropada además de por mi tía y por mi padre, por amigos de mis padres y de conocer a alumnos de enfermería como Lidia que ya conocí en una clase que tengo pendiente de contaros y que fue un placer aunque he de reconocer que cuando conozco a gente que lee mi blog me da mucha vergüenza, me quedo sin palabras y me da la sensación de que les defraudo.
Pero en fin, lo bueno de esto es que mi madre salió bien de la operación y que aunque el tumor es maligno estamos con las pilas cargadas y con la mejor de las sonrisas para ir contra él (también cuenta la medicación, claro).
Como lleva de título de este post esta vez era yo la que "veía los toros desde la barrera" y me tocó ejercer de enfermera y dormir en el hospital con ella ya que mi hermana estaba en su viaje de novios (y no la contamos nada hasta el día siguiente) y a mi tios me puse tan tan cabezona que no tuvieron opción.
Ole ole y ole por todos los que han pasado noches en el hospital conmigo porque los pacientes somos pesaditos. Ahora agua, luego la cena, luego ir al baño, luego me levanto, luego me tumbo, luego otra vez agua, luego no encuentro postura...
Pero sólo me he dado cuenta ahora que me ha tocado ver los toros desde la barrera.
Y luego llegar a casa y seguir ahí peleando día a día, y acostumbrarse a la nueva medicación que la deja destrozada, y poner una sonrisa cuando estas cansada, y entender que de repente sienta angustia, y de pronto mucha hambre, y ahora prefiero dormir...
Pero cuando quieres a alguien se te olvida el cansancio, y la tratas de entender y sólo miras al cielo y pides que se recupere.
Afortunadamente ella es fuerte, más que nadie que os podáis imaginar, y yo, cuando estoy sin fuerza, la miro y la admiro. Y admiro a mi padre por seguir a su lado y ayudarla y respirar cuando quisiera gritar.
Y aunque tengo mil días malos giro la cabeza, le sonrió y espero a que ella me diga "venga Olgui, que nosotras podemos". Pero prefiero torear porque a pesar del miedo duele más ver a uno de los tuyos malito que cuando tu lo estás.
Gracias mamá por ser un ejemplo, gracias mamá por seguir luchando, gracias mamá por existir.
Te quiero