lunes, 29 de junio de 2015

Cumplir sueños: Celebrar la REBODA

Cuando se sufre una enfermedad como la mía la gente puede imaginar y compadecerse de lo que estás pasando pero limitándose a lo que se conoce, que son las náuseas y vómitos que provoca la maldita quimioterapia o el dolor psicológico que supone la pérdida de pelo y la introducción en tu vida de la dichosa peluca o de pañuelos.

Desgraciadamente va más allá porque dejas de ser quien eras aunque luches contra ello y cada mañana te propongas sonreír sin parar por los tuyos y por ti.

Va más allá porque no se habla de los dolores musculares que en mi caso me provoca la ingesta diaria de multitud de medicamentos; tampoco suelo comentar (salvo a mis círculos más íntimos) lo que me duele el tener que tener mi vaso vigilado para no confundirme en cualquier reunión con amigos y asegurarme de no probar el alcohol; no hablo por vergüenza de que cada vez que me miro al espejo odio a la vida porque me haya tocado a mi o de que me acuesto dando gracias porque la gente me trate igual a pesar de que sea y seré el patito feo y el patito enfermo toda la vida; por no comentar que aunque vaya de durita...tengo miedo, mucho miedo y por eso no hago planes e intento no pensar en cosas que haría sí estuviera sana porque sólo me provoca tristeza.

Porque cuando tienes una enfermedad como la mía te sale la fuerza de donde no sabías que estaba y luchas cada día a pesar de que a ti misma y a tu almohada les aseguras que ya no puedes más.

Porque nadie suele hablar de los daños colaterales que puede traer consigo estar enfermo.

En mi caso el momento más triste y difícil se produjo cuando el pasado 4 de Octubre me dio una de mis crisis en plena boda de mi hermana y me la perdí. Buff, no puedo evitar que se me forme un nudo en la garganta incluso escribiendo sobre ello.

Cuando me desperté en el hospital y le pregunté la hora a Ernesto (para saber sí estábamos a tiempo de volver) me quise morir y creo que nunca he llorado con tanta pena.

Probablemente mucha gente pensará que soy simple porque la boda de mi hermana sea tan vital en mi vida y más en una situación como la mía pero me será difícil explicar la relación que me une a ella. Yo digo que somos "SÚPER HERMANAS" porque somos amigas, porque compartimos un montón de cosas, porque aunque a veces no nos aguantamos..."que nadie toque a mi hermana", porque según ella cuando a mi me duele algo ella también lo nota, y encima, va y se casa con Gorki al que adoro, que se ha convertido en un hermano para mi y es el único que consigue que coma cuando estoy ingresada en el hospital. Además llevaba casi un año (desde que Gorka se lo pidió) viviendo por y para planear ese día que sí me dejan, casi casi era también mío.

Cuando me vinieron a ver a urgencias aquel día sólo podía pedirles perdón por el susto en plena ceremonia en la que me dió una crisis, por arruinarles el día...y aunque me consolaba a mi misma con otras historias de situaciones parecidas que habían pasado en otras bodas o planteándome que sí hubiera estado embarazada y me hubiera puesto de parto también me lo hubiera perdido, sólo mi almohada, Ernesto y yo sabemos lo clavadito que tenía en el corazón que me hubiera dado una crisis justo aquel día.

Porque podía soportar, a pesar de lo coqueta que soy, que en las fotos parezca un tonelito porque entonces tomaba muchos corticoides y estaba muy hinchada; porque solucioné con unas extensiones que mi pelo estuviera corto; porque debido a mi enfermedad no iba a vivir la boda de mi hermana como siempre había soñado...pero creo que no me merecía una crisis. A pesar de ello y a pesar que desde entonces creo que he llorado cada día por ello, decidí emplear mis fuerzas en consolarme, en perdonarme y recelebrar la boda de Marta y Gorki como ellos se lo merecían, como nos lo merecíamos todos...con una REBODA.

Y de esta forma y gracias a la gente que me rodea, el sábado pasado después de planearlo durante meses convoqué engañados a los novios en una finca que unos amigos de mis padres tienen en Toledo (son para mi lo que yo llamo "casi tíos" porque no tienen tu sangre pero se comportan como sí lo fueran) y gracias a ellos y a su hija Rosa todo salió a pedir de boca y también gracias a la ayuda de Alfonso que nos lió a todos a participar en una gymkana.

Sin olvidarme de mi tio que ejerció de perfecto cámara; a mi primo Artur que no dudó en hacer un viaje exprés desde Sevilla; a mi tía que participó en todo y a mi prima que no me quitaba ojo; a la familia de Gorka que colaboraron en todo momento; a todos los amigos de mi hermana que son de envidiar porque lo mismo les ofreces una cervecita, un baño en la piscina o una gymkana que todo les parece bien y lo disfrutan como niños pequeños y estuvieron preocupados en todo momento porque todo saliera bien y yo estuviera bien; a Marc por captar con su cámara los mejores momentos; a Roy por currarse la infraestructura; a Irene y Silvia por tranquilizarme; a Lucas por portarse tan bien y a Zac porque la reboda fue su primer evento social. (A los que no nombro no os enfadéis por favor, os agradezco de corazón a todos que estuvierais y me hicierais tan feliz a mi y sobre todo a Marta y Gorka y que sepáis que fuisteis todos imprescindibles). E incluso he de marujearos que hubo quien me aseguró que lo había pasado mejor que en la boda.

Por supuesto mis padres como siempre han estado a mi lado discutiendo por mil cosas de la Reboda, no lo vamos a negar, y arrimando el hombro en todo lo que ellos podían.

Ah! Y sobre todo gracias a Ernesto que prestó el protagonismo a Marta y Gorka a pesar de que el sábado era su cumpleaños y por todo lo que me lleva aguantado todos estos meses. 

Han merecido la pena todas y cada una de las lágrimas y aunque no todo fue como yo tenía planeado en mi cabeza una vez más en mi vida he aprendido a adaptarme a las circunstancias, aceptar como vienen las cosas, darme una oportunidad y lo más importante...por fin me HE PERDONADO A MI MISMA.

¡Viva los novios!


domingo, 14 de junio de 2015

Shhhhhhh están en cualquier lado...

Desde que empezó todo descubrí la otra cara de mi gente, la parte heroica, y cada día me sorprendo todavía más.

Amigas que vienen desde fuera de tu ciudad a pasar apenas 24 horas contigo sólo para darte fuerza y energía, mensajes de esos que te empañan los ojos y no puedes ni leerlo dos veces, abrazos capaces de eliminar cualquier tumor de tu cuerpo, sonrisas con las que te sientes la más invencible de los superhéroes, conversaciones que te hacen olvidar el sentido del espacio y del tiempo...

Pero eso lo hace tu gente que te quiere, que conoce tu mal genio recién levantada, que te ha visto en tus mejores y los peores momentos, que te han visto sacarte un inocente moquillo...

Lo que te impacta es cuando descubres un héroe (o dos en mi caso) en una tarde tonta en el Madrid Río que sin conocerte de nada...te ayudan en uno de tus peores momentos.

Esta vez no es personal sanitario, esta vez no conocían mi blog, esta vez...simplemente me quisieron ayudar, y me salvaron de una de mis crisis.

Os cuento. El pasado domingo, luchando contra mi vagueria que me ata al sofá todos los días y queriendo solucionar mi fin de semana que a mi parecer necesitaba "un toque" le propuse a Ernesto coger las bici e ir a conocer Madrid Río (yo lo propuse entre risas y a él se le ocurrió responder afirmativamente). 

Me preparé, cogimos nuestra mochila cargada con todo lo que fuéramos a necesitar (agua, medicación, una toalla para tumbarnos...) y allá nos fuimos.

Yo estaba feliz, como un niño con zapatos nuevos y no podía parar de reírme porque Ernesto estaba sorprendido de lo bien que monto en bici.

Ya tumbados, empecé a hacerme mi particular "book" de fotos para así poder narrar mi gran aventura con pruebas.

El problema es que de nuevo una MALDITA crisis interrumpió mi tarde (no era el toquecito al que me refería).

Y aquí viene mi reconciliación con la suerte, con la bondad de la raza humana. 

Ernesto, agobiado porque esta vez estaba sólo, no le quedó otra opción que girarse y pedir ayuda a dos chavales que estaban cerca quienes no dudaron en ningún momento en prestarnos su ayuda, en taparme con una manta para que Ernesto pudiera ponerme el valium (el pobre de los nervios me puso dos aunque la crisis fue leve), me acariciaban la mano para que yo no me sintiera sola y me hablaban con cariño, y cuando ya la ambulancia me recogió y me llevó a mi hospital, acompañaron a Ernesto hasta el coche (que estaba a un buen paseo) y cuidaron de él por mi.

Y por sí fuera poco...consiguieron ponerse en contacto con Ernesto al día siguiente para interesarse por mi.

También tengo que decir que fue mucha la gente que se acercó para ofrecerse a ayudar, para mostrar interés...

Mis héroes desconocidos (ya conocidos y en breve espero que en persona) han sido Fernando y José Luis.

Un post no os devuelve el favor, pero es mi forma de daros las gracias de todo corazón.

¡Gracias chicos!